DESARROLLO MORAL EN LOS ADOLESCENTES

 



"Las tres cuartas partes de las miserias y malos entendidos en el mundo terminarían se las personas se pusieran en los zapatos de sus adversarios y entendieran su punto de vista "

Mahatma Gandhi


Nacemos carentes de criterios de regulación moral, por lo que llegamos al mundo desprovistos de una ley interior con la que poder regirnos. 


A medida que los niños crecen y alcanzan niveles cognitivos superiores se aumenta el altruismo y la empatía y se adquiere la capacidad de razonar de manera más compleja sobre temas morales


Ahora el adolescente es más capaz de asumir la perspectiva de la otra persona, de resolver problemas sociales, de lidiar con relaciones interpersonales y de verse a sí mismo como un ser social. Todas estas tendencias fomentarán el desarrollo moral.


Desde el punto de vista psicológico, la formación de un sistema de regulación moral exige, por tanto, la creación de una neoestrucura no prevista por la naturaleza, que se origina en interacción con el mundo social en el interior de un contexto cultural determinado. La dialéctica entre naturaleza y sociedad presidirá todo el proceso de formación del sistema moral dando origen a la formación de sucesivas subestructuras, resultado de las crisis evolutivas y consiguientes reestructuraciones de los subsistemas de que se compone.


De este modo, el sistema de regulación moral experimenta su propio proceso evolutivo de carácter genético-estructural, moviéndose desde una posición inicialmente ajena al proceso de socialización, denominada por ello pre-nomia, hasta la interiorización consciente de la misma en forma de autonomía. 


Este proceso es el resultado de la lucha entre dos tendencias, denominadas egocentrada y alocentrada que, aunque de manera evolutiva se presentan en fases sucesivas, constituirán la tensión esencial sobre la que pivota el sistema de regulación moral. 


La actitud egocentrada corresponde al periodo evolutivo de la infancia (entre 0 y 6 años) en la que el niño dispone de una moratoria para su socialización, lo que le permite desarrollar un fuerte sentido del yo, imprescindible para poder relacionarse de manera consistente con el mundo social. La segunda, la alocentrada, se plantea en los albores de la niñez, en la medida en que el niño empieza a socializarse y a prestar mayor atención a los demás.


Siguiendo este criterio, las distintas fases del proceso de desarrollo del sistema moral serán denominadas, en función de la progresión de menor a mayor socialización, valiéndose de los prefijos (pre-, a-, hetero-, socio-, auto-) que mejor muestran el momento evolutivo de construcción psicológica del criterio de regulación.


Esta concepción entiende el desarrollo como un recorrido dirigido ya desde el principio hacia una autonomía que se debe ir construyendo en fases sucesivas, facilitando la socialización del ser humano en el contexto de cada realidad. 


Los contextos sociales y culturales, que intervienen como variables macrosociales, ejercen evidentemente sobre los individuos influencias parecidas en parte, pero en parte también diferentes. Las variables microsociales, familia, red social, e individuales poseen igualmente una incidencia particular, pero siempre en el seno del mismo proceso.






ADOLESCENCIA, FASE SOCIONÓMICA.


Durante la infancia, antes de la adolescencia, los chicos y las chicas permanecen generalmente bajo la guía de la familia y se someten habitualmente a sus criterios. Mientras persiste la necesidad de su apoyo, se mantienen en una posición de sumisión y obediencia a los padres, pero con la aparición de los primeros signos de la pubertad, los jóvenes adolescentes se vuelven conscientes de su poder, de la aparición de su personalidad y de su posición o rol social. 


Se trata de un proceso dirigido a la individuación y a la consecución de la propia autonomía, que va a requerir la identificación con el grupo, la creación de nuevos vínculos de amistad e intimidad entre iguales y la creación de una identidad sexual, social y personal como superación de la dependencia paterna. 


El rechazo de la autoridad y de los criterios parentales de este periodo constituye el paso por este proceso. Se podría llamar también libertad, “si no fuera por el hecho que esta forma de autonomía se basa también en una convención: la pertenencia al grupo” y que ésta es el fruto de un proceso estrictamente personal. La independencia se puede conseguir en grupo, la autonomía, no.


El niño pasa de la vinculación parental (los padres ya no son aquellos seres omnipotentes y omnipresentes que todo lo pueden y todo lo saben) a la vinculación con los otros. Morfológicamente, el adolescente ya es casi un adulto y de alguna forma romperá el cordón umbilical, tanto en la regulación moral como en la afectiva, pues dejarán de ser los padres quien le regulen, para pasar a regularse por los demás. 


Se resquebraja la autoridad de los padres, se pone en cuestión la regulación heteronómica, que entra en crisis, siendo sustituida por la sociológica, por la influencia de las amistades, de los demás, del grupo, de los líderes, o por iconos del grupo (futbolistas, cantantes, etc.) y posteriormente a nivel más íntimo, por la pareja. Es decir, habrá una ruptura de la relación parental y será sustituida por otro tipo de vínculo y de regulación. 


El adolescente se encuentra en este periodo llevando a cabo un desenganche del vínculo parental, buscando acomodarse a los demás y estando dispuesto a transgredir las normas heteronómicas con tal de ser aceptado por el grupo. Sin embargo, esto deja al adolescente fuera de resguardo, pues el grupo no va a protegerlo incondicionalmente como los padres. 



Os dejo un podcast para que lo escuchen los alumnos en el aula, en él se introduce a los adolescente en el desarrollo moral en esta etapa.

Pincha el ENLACE.


Besora, M. V. (2013). El error de Prometeo: psico (pato) logía del desarrollo moral. Herder Editorial.



Daniel Grande Jiménez
Técnico del Equipo Municipal de Absentismo Escolar
Delegación de Asuntos Sociales
Excmo. Ayto. de La Línea


              
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