PROBLEMAS DE CONDUCTA DEL ADOLESCENTE

 


"La bondad con que me trataste hace años no era cosa que entonces se improvisara, sino que te portaste así conmigo porque ya hacía tiempo que eras bueno. Nuca te he olvidado, porque tampoco la gratitud es cosa que de repente haya brotado en mi pecho. Te recuerdo aquello que dicen las Escrituras Sagradas donde se lee que ni un sorbo de agua dado a quien necesita ayuda se hallará sin recompensa, y tú me diste no un sorbo sino la jarra y el calor de tu ayuda.." Franz Joseph Haydn.



La adolescencia es el periodo en el que el ser humano busca su identidad, una etapa que supone un plan de vuelo que conduce al descubrimiento de la autoestima y de la personalidad. 


Se trata de un viaje que supone, en determinados momentos, la aparición de dificultades o problemas tanto en el ámbito personal como en el interpersonal, que de un modo u otro tendrán impacto en la percepción y valía de uno mismo y en la capacidad de integración.


Hablar de estos problemas nos lleva a conectar con investigaciones como la de Achemback, Edelbrok y Howell (1987), en la que se puede encontrar una clasificación de los problemas en la adolescencia que podrían ser de utilidad para la categorización de dichas dificultades. Los investigadores clasifican a éstos en dos grandes grupos: los problemas de carácter internalizante y los problemas de tipo externalizante. 


Los primeros son aquellos que incluyen rasgos relacionados con la timidez, la introversión, las preocupaciones, los pensamientos negativos, la sintomatología ansiógena, el estado de ánimo bajo o la tristeza, síntomas todos ellos que afectan principalmente a la persona. 


Se estaría ante patrones de personalidad que están compuestos mayoritariamente por elementos emocionales y que suelen relacionarse con un modo desadaptativo de afrontar y solucionar conflictos, encontrando en este contexto que las características que predominan son la inhibición, la timidez, la aparición de pensamientos de tipo negativo y las bajas habilidades sociales. 


Por otra parte los problemas de carácter externalizante guardan relación con las conductas agresivas, con la hiperactividad,  la desobediencia, la conducta antisocial o el maltrato. Rasgos asociados a la expresión de aspectos emocionales hacia fuera y relacionados con la perdida del autocontrol y la baja capacidad de gestionar conductas negativas. En esta categoría se encuentran conductas como: gritar, pelearse o agredir a otras personas, faltar al respeto, molestar a profesores o compañeros, hacer gamberradas, responder mal a un adulto, negarse a realizar las tareas encomendadas, etc.


Los factores que se se encuentran implicados en los problemas de conducta de carácter externalizante como la agresividad o la ira son la alta impulsividad, el poco autocontrol, la poca autoeficacia, el neuroticismo, alta extraversión, baja agradibilidad, baja autoestima, autoconcepto negativo y déficits en habilidades básicas para la comunicación interpersonal como la empatía, la amistad, la solidaridad o la confianza en uno mismo (Del Barrio y Capilla , 2006).


Pero….¿qué hace que un adolescente muestre un comportamiento negativo?


La conducta disruptiva se nutre por factores que comienzan a moldear al niño desde el inicio de su infancia y que interactúan en diversos niveles: desde las influencias del microsistema, como la hostilidad padres-hijos, las malas prácticas de crianza infantil y los problemas de conducta de los iguales, hasta influencias del macrosistema, como la estructura de la comunidad y el contexto social en el que se enmarca el adolescente, encontrándose que una débil organización social en comunidades en desventaja puede influir en la conductas negativas por medio de su efecto sobre la conducta parental y el comportamiento desviado de los iguales. 


La familia modela la conducta del niño desde que nace mediante sus respuestas a las necesidades emocionales básicas de éstos, por lo que los padres de hijos que muestran problemas de conducta externalizante es posible que no hayan reforzado la buena conducta durante su segunda infancia y hayan sido duros, inconsistentes, o ambos, al castigar la mala conducta. 


A lo largo de los años, es posible que estas familias no hayan estado cercana y positivamente involucrados en las vidas de sus hijos, o es probable que los niños hayan obtenido en la infancia ventajas a partir de su comportamiento negativo, encontrando con su comportamiento inadecuado atención o recompensas.


En el inicio de la adolescencia es posible que exista una hostilidad abierta entre los padres y sus hijos, pero si a esta circunstancia se le une la crítica constante, la coerción, la conducta poco cooperativa, la falta de empatía, la desconfianza, o incluso la baja responsabilidad y compromiso el niño puede mostrar problemas de conducta negativa, que empeorarán no solo la relación paterno-filial, sino que también las relaciones en otros contextos.


Los adolescentes con conductas problemáticas tendrán amigos problemáticos y su conducta negativa aumentará cuando se asocian entre sí. La elección de amigos se ve condicionada principalmente por factores ambientales, conectando a éstos con otros como ellos mismos, similares en logros escolares, adaptación y tendencias prosociales o antisociales (Collins et al., 2000). 


La forma en que estos adolescentes hablan, ríen o se burlan acerca del rompimiento de reglas y la manera en que se hacen gestos de aceptación entre sí parece constituir una especie de “capacitación en comportamiento negativo”. Estos “niños problema” continúan evocando un trato ineficiente de parte de sus padres, lo que predice conductas delictivas y asociación con grupos de iguales con comportamiento problemático.


Las características que muestran los adolescentes españoles con conductas negativas las podemos describir siguiendo la investigación de Landazabal, M.G. (2005), en la que se obtienen una serie de descriptores que aparecen con este problema. En esta investigación se evidencia que los adolescentes tienen significativamente pocas conductas de consideración a los demás, pocas conductas de autocontrol de los impulsos, pocas conductas prosociales, pocas conductas asertivas con los iguales, muchas conductas agresivas con los compañeros y bajo nivel de adaptación social,  tienen tendencia a tener muchas conductas de retraimiento-aislamiento, pocas conductas de liderazgo, bajo autoconcepto académico, emocional y familiar, un alto autoconcepto negativo y un bajo autoconcepto positivo y global. Además, disponen de muchas cogniciones neutras, baja capacidad de empatía, alta impulsividad y muchos problemas académicos.  


Las conductas problemáticas alcanzan su máximo nivel alrededor de los 15 años y después descienden a medida que la mayoría de los adolescentes y sus familias se reconcilian con la necesidad de los jóvenes por afirmar su independencia. Aquellos adolescentes que no ven alternativas positivas son los que tienen mayor probabilidad de adoptar un estilo de vida permanentemente negativo.







Daniel Grande Jiménez
Técnico del Equipo Municipal de Absentismo Escolar
Delegación de Asuntos Sociales
Excmo. Ayto. de La Línea


              
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